El desgaste profesional o burnout surge del estrés crónico en el puesto de trabajo, siendo una de las etapas avanzadas del estrés laboral. Sus efectos varían en función de la persona, pero entre los síntomas más habituales se encuentra el agotamiento emocional, sentimientos de inferioridad, sensación de no ser útil en el puesto de trabajo, o incluso, comportamientos de rechazo hacia todo el entorno laboral, incluidos los compañeros. 

Entre las consecuencias de este conjunto de respuestas negativas en el trabajador generadas por el síndrome burnout, también llamado síndrome del profesional quemado, encontramos un bajo compromiso con las funciones a desarrollar, además de incrementar el absentismo, o la intención de dejar el trabajo.

Entre las causas del burnout o desgaste profesional encontramos factores vinculados al entorno de trabajo y al ritmo de trabajo. Trabajar durante largas jornadas a un ritmo elevado es un detonante del burnout. Además, la ambigüedad y falta de objetivos, así como los entornos conflictivos, también provocan que los trabajadores y trabajadoras se desgasten y puedan desarrollar esta sintomatología que deriva en muchas ocasiones en bajas laborales.

Las características personales también influyen en el desarrollo de este síndrome, siendo menos proclives a sufrirlo las personas que los expertos denominan personalidad resistente. Estos tienen una actitud proactiva hacia todos los retos que suponen niveles altos de estrés, enfrentándose a ellos con mentalidad positiva y asumiéndolos como retos que deben superar. 

Cómo evitar los efectos del desgaste profesional o síndrome burnout

Así, para poder contar con una personalidad resistente y evitar los efectos del desgaste profesional o burnout es necesario adoptar una actitud positiva hacia la vida, y en la medida de lo posible, reforzar las siguientes 3 actitudes en el puesto de trabajo:

  • Desarrollar un alto grado de compromiso e implicación con el puesto de trabajo. 

Si tu trabajo te apasiona y te gusta resistirás mejor las presiones del estrés. No en vano, cuando algo nos apasiona y nos motiva (meter link post anterior motivación) contamos con un extra de energía para superar cualquier adversidad que intente hacernos desistir de nuestro empeño. 

  • Fomentar la sensación de control sobre el entorno y actividades a realizar.

La sensación de control es importante para lograr manejar situaciones de incertidumbre. Para ello es importante tener unos objetivos claros y contar con las habilidades y competencias necesarias para el puesto. No saber qué se tiene que hacer, o recibir tareas no adecuadas para tu formación por desconocimiento o sobre cualificación, pueden poner en riesgo tu motivación, llevándote hasta el punto de desarrollar el síndrome de burnout o desgaste profesional.

  • Afrontar cada reto como una oportunidad para crecer a nivel personal y profesional.

Si tu trabajo no te apasiona, o no cuentas con objetivos claros, puedes planificar pequeñas tareas u objetivos personales que te permitan incrementar tu sensación de control, y enfrentar esos retos como oportunidades que te permitan crecer a nivel personal. Aquí rezaría la frase «de todo lo malo sale algo bueno». 

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