El compromiso de las empresas con sus personas pasa por la implantación de programas de conciliación que faciliten la vida cotidiana de sus profesionales. No se trata de poner en marcha ciertas políticas; más bien, de desarrollar una nueva cultura organizacional que tenga en cuenta las esferas personal, familiar y profesional de los individuos. En este sentido, la actitud proactiva de las organizaciones es clave.

La profesora del Máster Universitario en Recursos Humanos, Trabajo y Organizaciones Mariam Ramos López agrupa las prácticas de conciliación en cuatro ámbitos:

  • Flexibilidad laboral. Se traduce en flexibilizar el horario de entrada y salida, crear bolsas de horas de trabajo, favorecer el uso de la jornada laboral intensiva, no convocar reuniones a última hora del día…
  • Flexibilidad en el lugar de trabajo. Desarrollar el teletrabajo, utilizar las videoconferencias y otros recursos/herramientas tecnológicos posibles.
  • Políticas de permisos/excedencias. Permisos retribuidos superiores a los que establece la ley y excedencias y mantenimiento de las condiciones después de las mismas.
  • Servicios. Puesta en marcha de servicios de apoyo y asesoramiento familiar, como guarderías.

“Estas prácticas son heterogéneas y diversas. Además, no todas las organizaciones tienen las mismas posibilidades para desarrollar las políticas familiarmente responsables. De hecho, existen factores que impulsan o frenan la puesta en marcha de programas de trabajo y familia, por ejemplo: el sector, la titularidad, la competitividad del mercado laboral o el grado de preocupación por reclutar y mantener la plantilla,” explica la profesora.

Para implantar éstas y otras medias resulta necesario generar un cambio organizacional e imprescindible elaborar un Plan Estratégico. “Como profesionales en Recursos Humanos podemos y debemos contribuir a generar este cambio cultural,” apunta Ramos López.